Discursos en la Santa Misa de funeral y en el cementerio

In memoriam
P. Slavko Barbaric

Discurso introductorio del obispo Mons. Ratko Peric
y homilía del provincial franciscano Fr. Tomislav Pervan
EN LA SANTA MISA DE SUFRAGIO


DISCURSO INTRODUCTORIO DEL OBISPO DE MOSTAR-DUVNO Y DE TREBINJE-Mrkanj
Mons. RATKO PERIC
EN LA SANTA MISA DE SUFRAGIO, 26 DE NOVIEMBRE DE 2000,
EN LA FESTIVIDAD DE CRISTO REY

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. ¡La paz esté con ustedes!

Querido provincial, Fr. Tomislav, querido párroco, Fr. Iván, hermanos sacerdotes concelebrantes, queridos hermanos y hermanas.

Esta Santa Misa la celebramos por el alma del difunto Fr. Slavko Barbaric, miembro de la provincia franciscana de Herzegovina, a quien, de todo corazón, expreso mi compasión humana y cristiana, como también a todos los miembros de su familia.

Ante la muerte humana, la propia y la de nuestros seres queridos, cada uno de nosotros se queda con el corazón conmovido, la mente obnubilada y la mirada triste. Dios tiene derecho de llamar a sí de este mundo, a la mansión eterna, a quién desee, cuando quiera, y del lugar y de la forma que El quiera. No se consulta con nadie sobre nuestra muerte, ni exonera a nadie de la muerte. El es el Creador de nuestro cuerpo y de nuestra alma, el Señor absoluto del tiempo y de la eternidad, de los ámbitos materiales y de las esferas espirituales, y por eso, todos estamos ante Dios en actitud de humildad y fe.

Ante el llamado de Dios, callan todas las objeciones y las fábulas humanas. Queda solamente la respuesta de quien ha sido llamado ante Dios, y nuestra intercesión humana mediante el sacrificio de Jesús ante el misericordioso Padre Celestial. Que Cristo Rey, cuya festividad celebramos hoy y a quien ofrecemos esta Santa Misa, reciba el alma del difunto sacerdote, Fr. Slavko, y le otorgue el premio por sus buenas obras y el perdón de sus faltas. También nosotros nos arrepentimos por las buenas obras que dejamos de cumplir y por todos nuestros malos pensamientos, palabras y obras que no están de acuerdo con la ley de Dios.


PREDICACIÓN DEL PROVINCIAL DE LA PROVINCIA FRANCISCANA DE HERZEGOVINA
DR. FR. TOMISLAV PERVAN
EN LA MISA DE DIFUNTOS EL 26 DE NOVIEMBRE DE 2000.

“OSTENDE MIHI, DOMINE, VIAS TUAS ET SEMITAS TUAS EDOCE ME”
“MUÉSTRAME, SEÑOR, TUS CAMINOS Y ENSÉNAME TUS SENDEROS”

P. Obispo, queridos hermanos franciscanos y sacerdotes, querida madre Lucía, hermanos y hermanas del difunto Fr. Slavko, querida familia y amigos, queridos fieles, queridos peregrinos y nuestro querido Fr. Slavko!

Cuando ayer me llamaron de la oficina parroquial de Medjugorje para ver qué lectura y oración de los fieles deberíamos elegir para tu misa de difuntos, dije simplemente: Que todas las lecturas sean de la festividad de Cristo Rey del año A, y la oración de los fieles sea del breviario de la festividad en lo que respecta a los difuntos. Pienso que tú también hubieras estado de acuerdo con eso si alguien te hubiera preguntado qué lectura elegirías porque la primera es del profeta Ezequiel, en la que se habla de los pastores, la segunda es de Primero de Corintios en la que se habla de victoria final de Cristo sobre la muerte que al final se convierte en eso cuando Dios sea todo en todos, y el párrafo evangélico habla de un período final ante el tribunal de Dios, donde el Señor separa a la gente en dos grupos, dependiendo de su actitud hacia los pequeños, hacia los que nadie tiene corazón ni compasión.

En este lugar primeramente desearía manifestar mi gran gratitud y agradecimiento, en nombre de mi Provincia y mío, por las innumerables manifestaciones de condolencias, telegramas, también las condolencias llegadas a través del correo electrónico (e-mail), llamadas telefónicas y también por vuestra presencia aquí con ocasión de esta muerte tan inesperada. Si lo fundamental de la Eucaristía es ser un acto de agradecimiento, un sacrificio de agradecimiento, un ofrecimiento, entonces es mi petición y ruego a todos ustedes que esta Eucaristía sea conjuntamente un agradecimiento por esa vida, humana, cristiana, religiosa, sacerdotal. Una vida que en todo fue un gran sacrificio, una gran entrega, un gran corazón para toda la gente. Por tanto, esto es también un agradecimiento por el hecho de que tuvimos a Fr. Slavko, porque nació aquí en Herzegovina como un anunciador incansable, de acuerdo con el deseo de Francisco, fue un hombre de devoción y de oración, orationis et devotionis, y terminó su vida en el lugar al cual acudía con gusto: en el Krizevac.

Si yo quisiera personalmente sintetizar esta vida en un pensamiento bíblico, entonces tomaría como pensamiento que guió la vida de Slavko la oración del salmista del principio. Ese fue el deseo que acompaño la vida de Fr. Slavko: el deseo de que Dios le descubriera Sus caminos, que pudiera caminar por Sus senderos, por los senderos del Evangelio y de la conversión. Por tanto no es extraño que para su trabajo de doctorado eligió justamente la temática de la conversión y de la pedagogía religiosa; estar constantemente en la escuela del Señor y de la Virgen, en los caminos y senderos del Señor, cada día aprendiendo una nueva lección.

Para todos nosotros esta muerte es un choque sorpresivo. Esta temprana muerte, como el salmista lo expresa, en el medio de mis días, en el apogeo de las fuerzas humanas. Si para el salmista la suma de nuestros días son setenta años, y si somos fuertes, ochenta. Entonces los cincuenta y cinco años de Fr. Slavko están por debajo del período de duración normal de vida que habitualmente la gente espera vivir en esta tierra. Sin embargo, yo puedo decir libremente aquí, con todo derecho, por experiencia propia, pero también con la aprobación de ustedes, que aquí ante ustedes se halla un ser que vivió, hablando humanamente, no una vida sino tres. No dos, sino tres, porque durante su vida nunca conoció el cansancio, el descanso, nunca se cobijó antes de la medianoche, y nunca esperó la salida del sol en su habitación. Siempre, como el salmista lo dice, rezó de esta manera: Despierta, alma mía; despierta, salterio y arpa; Me levantaré de mañana, y verdaderamente despertó la mañana, con su oración, peregrinando diariamente a la Colina de las Apariciones o al Krizevac. Día tras día, año tras año, bajo condiciones climáticas diversas, se levantaba antes de los demás, y salía a rezar. Acostumbraba decir que el único tiempo que tenía libre para él era después de despertarse en la mañana, cuando iba a sus montes en los cuales la temprana muerte lo sorprendió, simplemente, paralizándole el corazón.

Su corazón no pudo soportar más. Y Fr. Slavko tenía un corazón que se ofrecía generosamente, totalmente. No tenía tiempo para pensar en sí mismo, en su salud, nunca se quejó de que algo lo perturbase, y, sin embargo, tenía una salud frágil, sobre todo en invierno, gripe, infecciones diversas, lo que se reflejó negativamente en su sistema inmunológico. Debido a los grandes trabajos que tomó, que lo agotaban día tras día, no sabía encontrar para sí descanso y así, llevando su cruz, la cruz de Medjugorje desde hace veinte años, la llevó a su y a nuestro Krizevac y entonces bajo la Cruz del Señor dejó su cruz, a fin de ser glorificado en la eternidad. Este Krizevac suyo, que lo subía regularmente, cualquier tiempo hiciera, junto con los peregrinos, para que al pie de la cruz tuvieran la experiencia del Tabor, se convirtió en su Tabor: el Calvario y el Tabor, el Krizevac y el Tabor se fundieron en lo que había sido el Calvario para Jesús según el Evangelio de Juan: la glorificación final del Hijo de Dios. Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo... Padre, has glorificado mi nombre.. La Cruz como victoria final, la cruz que fue un indicio del Tabor. Señor, bueno es para nosotros que estemos aquí... Y Slavko permaneció allí, al pie de esa cruz votiva, en el Krizevac, cargando su cruz y la de numerosos peregrinos, las cruces de Medjugorje, las cruces de su pueblo, de la Iglesia y de esta Provincia. Falleció como Su Señor. No en el lecho, ni rodeado por los hermanos y seres queridos, sino bajo la Cruz, en el pedregal de Herzegovina. ¿Cuánto simbolismo hay en esa muerte? Fr. Slavko: Llevaste tu cruz allí, bajo la cruz del Señor, la dejaste en ese lugar, para que posteriormente con tu muerte hayas atraído a todos nosotros en este gran número a este lugar: al Obispo local, a toda la Provincia, a tantos hermanos sacerdotes, fieles, peregrinos, que cruzaron miles de kilómetros para venirte a decir adiós y gracias. La muerte como un punto de atracción que nos unifica a todos en uno y que por medio de la cual todos nos hacemos iguales.

¡Queridos hermanos y hermanas!

¿Qué decir en este lugar acerca de esta vida tan plena? Lo conocí hace mucho tiempo, el lejano 1961. Lo encontré por primera vez en la primera misa de Fr. Dobroslav Stojic y de Fr. Gojko Musa en la festividad de San Esteban, en 1961. Yo había terminado el primer año de secundaria en el seminario de Visoko, y él se había presentado recién al seminario. Nos conocimos. Ese muchacho de contextura ósea me dijo que había sido recibido en el seminario y que se iba a Dubrovnik. Posteriormente crecimos juntos en esta Provincia, nos seguimos, apoyamos, trabajamos juntos, colaboramos, especialmente durante el tiempo en que fui párroco aquí en Medjugorje, durante esos seis años de duro régimen comunista, cuando hubo que manifestar en condiciones inhumanas con la ayuda de Dios todo lo que exigía ese momento de gracia a partir del día de las apariciones cuando comenzó a derrumbarse el mundo comunista y el sistema ateo, y empezó a despuntar el alba de una nueva libertad para el mundo y el pueblo croata.

El gran pensador francés y escritor León Bloy, convertido, católico fervoroso, expresó un pensamiento maravilloso, acerca del cual la primera mujer-escritora en la Academia francesa de los Inmortales, M. Yourcenar, dijo que es una de las frases más hermosas de la literatura francesa, este pensamiento dice: “Sólo existe una desgracia, no ser santo”. Esta expresión nos asusta, pero no tenemos derecho a tenerle miedo. El hombre es santo en la medida que lo desee. Depende de nosotros el hecho de ser santos, mejores de lo que somos. Precisamente la festividad de hoy nos habla claramente con la voz y las palabras de Dios. Nos habla a través de todos los acontecimientos que acaecen y se desarrollan alrededor de nosotros, nos habla a través de la historia y de las personas. Y Cristo como rey lo dijo clara y poderosamente: “He venido a traer fuego a la tierra...” ¿Qué ha querido y quiere Medjugorje, precisamente la Madre de Dios a través de Medjugorje y Su presencia, en el mundo de hoy? Desea sólo una cosa: establecer el Reino de Dios en la tierra, desea que se extienda lo que Cristo ha venido a traer a este mundo. Eso se resume en una cosa: Dios es rey. Cristo es el rey de todos nosotros. El hombre es una criatura débil y nada más. ¿Qué es lo que quería Fr. Slavko? En todas las oraciones, innumerables adoraciones y predicaciones, conferencias y escritos, sólo una cosa: ¡Jesús es mi Dios, a El adoro, vivo para El, El es mi todo! Sólo a El sirvo, a El adoro, y también en los hermanos. Per Mariam ad Jesum, per Jesum ad Mariam! ¡Por María a Jesús, pero también por Jesús a María!

Tuvo su fuente de inspiración en Cristo y Francisco. Un Cristo que nunca escribió nada, que sólo sembró la Palabra, que los discípulos pusieron por escrito. Sabía Cristo que sólo algunas veces cae en tierra fértil y en la vida de fr. Slavko esta palabra se cumplió plenamente. Cayó en la tierra buena de la fe, del corazón, de la tradición que absorbió en su hogar y que dio el ciento por uno.

Después, la figura de Francisco que lo entusiasmaba. Francisco como Cristo, maestro de todos nosotros. Francisco, el más grande entre los grandes, aquel que arrojó su vestidura ostentosa a la cabeza de su padre, un rico comerciante de telas, aquel que amó la pobreza por la pobreza. Eso mismo fue para Fr. Slavko una inspiración cotidiana: no tener nada, compartirlo todo, ser como Pablo, me he hecho todo a todos para salvar a toda costa a algunos. Tenía por así decir los bolsillos rotos, repartía a diestra y a siniestra, no le interesaba a quién ni qué era la persona a la cual daba. Pasó la prueba de la fe, mencionada en la lectura del Evangelio de hoy ya que en su persona estaba encarnado el amor por Dios y por el hombre. Quiso ser un rayo de luz en la noche de este mundo, Fr. Slavko tenía en sí un instinto hacia la Trascendencia, hacia lo Eterno. Nosotros sabemos que algunos rayos no alejan la noche, que algunas ondas no agitan el océano, pero si el hombre como nuestro Fr. Slavko admirara una flor o un pedazo de pan que compartiera con los pobres, entonces el mundo sería mejor. Eso precisamente nos dice el Evangelio de hoy sobre el encuentro final con el Señor en el día del juicio final, algo que Fr. Slavko comprendió y vivió literalmente.

Si el Señor le hubiera dicho: escucha, Fr. Slavko, mañana morirás, yo creo, que él no hubiera dejado por un momento de hacer lo que hacía diariamente, por lo que hacía, tenía un objetivo solo: dar gloria a Dios, servirlo. No se hubiera concedido un descanso para reflexionar sobre su vida. No hubiera dejado de ir al Krizevac, no hubiera dejado de orar y adorar, de dar consejos a tantos, de visitar a los más necesitados. Si el Señor nos hubiera dado tal mensaje, nosotros probablemente nos hubiéramos retirado a nuestra habitación, hubiéramos reflexionado sobre nuestra vida, aprovechando al máximo ese momento de gracia. Hubiéramos meditado sobre esas palabras de Dios, y procurado vivir intensamente. Fr. Slavko ante esas palabras del Señor sólo hubiera continuado haciendo lo que siempre hacía: consumirse por Dios y por el hombre. Una vez le preguntaron a un santo porqué nunca sentía miedo. El santo respondió: ¡porque cada día pienso en mi muerte! B La gente tiene miedo ya que les atemoriza todo lo que los rodea y perder lo que poseen. Sin embargo, enfrentada a la muerte, teniendo cada día la muerte ante los ojos, todo lo demás llega a ser superfluo. La muerte da una verdadera medida para la vida, ella muestra claramente de qué cosa el hombre debe vivir y extraer la fuerza.

El pensamiento sobre la muerte nos debería dar a cada uno otra dimensión: es decir, la vida es breve, y es necesario dejar detrás de cada uno, claros signos, señales, indicaciones de amor. Huellas que los demás recordarán con agrado, rastros y caminos por los cuales los demás podrán dirigirse. Jesús, sabiendo que le había llegado su hora, y dado que amaba a los suyos que los había sacado del mundo, los amó hasta el final, tomó un paño y un lavamanos y les lavó los pies a los discípulos. Los pies son la parte más sucia del cuerpo. En su amor, Jesús tocó el talón de Aquiles de cada hombre. ¿Qué decir sobre las huellas que Fr. Slavko dejó detrás de él? Pasó por esta tierra haciendo el bien, anunciando a Jesucristo en la Eucaristía, adorando a Cristo en la Eucaristía y en la Cruz, tocando los puntos dolorosos del hombre, el talón de Aquiles.

Sin embargo, Fr. Slavko no se quedó solamente en las palabras. Puso en práctica las palabras en obras, olvidándose a sí mismo. Se dio totalmente justamente a aquellos que más necesitaban ayuda. Fue un bienhechor espiritual y material, acompañante de tantos. Innumerables. Dejó su huella imborrable, aplicó a sí mismo la palabra de Jesús: “Como el Padre me ha amado, así también los he amado a ustedes”. Y “No hay amor más grande que dar la vida por los amigos”. Fr. Slavko dio su vida por todos, principalmente amó a aquellos que nadie había amado, que fueron dejados y abandonados, a quienes el pecado y el odio humano habían terriblemente herido. Consoló, ayudó, aceptó. No se cuidó. Por eso se fue demasiado pronto ya que se daba por doquier.

¡Querido Fr. Slavko! Estamos agradecidos a Dios porque te tuvimos. Le agradecemos que te haya llamado a esta comunidad franciscana. Estamos agradecidos por todos los dones de los que El te dotó y que aprovechaste máximamente. Estamos agradecidos a tu familia que te dio a esta Provincia en la que serás una de las figuras más resplandecientes. Creemos que en ti tenemos en el Cielo a un intercesor, auxiliador y sanador de todas aquellas heridas que afligen a este pueblo y a esta Iglesia, y al mismo tiempo un reconciliador que pide la paz de Cristo, la paz de Cristo Rey para todos nosotros.

Estamos convencidos de que te has podido encontrar con el Señor, cara a cara, delante de sus ojos, cuando te acercaste a su trono, precisamente como nos lo indica el Evangelio de hoy que se lee en la festividad de Cristo Rey. Fuiste a Su escuela de servicio, no de poder, de ofrecimiento, no de recolección, de pobreza extrema, no de riqueza. Y por eso estamos convencidos de que El te lo retribuye.

E innumerables podrán decir después del encuentro contigo: “Gracias Señor porque existió un ser como Fr. Slavko. Gracias a ese ser a través del cual Dios me amó.” Y tú, Fr. Slavko, pudiste decir en tu vida afirmativamente: “Existen tantos seres a través de los cuales amé a Dios, a través de los cuales Dios, Jesús y María se me hicieron más cercanos.”

Te consumiste en el servicio a María, la Madre de Jesús, al servicio de su presencia aquí en este mundo. Fuiste mensajero y difusor de su presencia aquí y en todo el mundo. Fuiste mensajero y difusor de su devoción que en ti fue siempre cristocéntrica. Estamos convencidos de que la Iglesia de Cristo no te olvidará nunca. San Jerónimo decía lo siguiente: “No hay que afligirse por los difuntos, sino estar agradecidos porque vivimos con ellos y porque estamos todavía unidos con ellos. Nosotros creemos que ellos están en Dios, y quien esté en Dios, está vinculado a toda la familia de Dios”. Con ese pensamiento expreso mis condolencias a tu madre Lucía, hermanos, hermanas, a toda la familia. Y agradezco a tu hogar que nos ha dado a tu persona y que te hemos tenido.

Al final, querido Fr. Slavko nuestro, una cosa te pediría: Perdónanos a todos si fuiste incomprendido por nosotros. Fuiste y quisiste ser hasta el final vir catholicus, apostolicus, franciscanus, vir Croata hercegoviniensis, es decir, hasta el final católico, apostólico, franciscano, y un firme croata de Herzegovina. Ibas delante de nosotros, muchas veces incomprendido. Tenía un pensamiento adelantado con respecto a los demás, justamente como ese mítico Prometeo, aquel-que-piensa-por adelantado y piensa creativamente. Sin embargo, algo queda claro y evidente, como lo dijo Cristo: Por los frutos los conocerán. Tu obra es visible, permanente ya que fue tejido y edificado en la oración, de rodillas, en la búsqueda de la voluntad de Dios a través de los signos de los tiempos. Te fuiste antes que nosotros pero quedas unido para siempre a nosotros, en nuestros corazones. Por eso una vez más gracias por todo y descansa en la paz de tu Señor, a la sombra de la Iglesia de Medjugorje, del Krizevac, y del Monte de las Apariciones. Amén.


DISCURSOS

DISCURSO DE FR. IVAN LANDEKA
EN REPRESENATCION DE LOS HERMANOS FRANCISCANOS DE MEDJUGORJE

El viernes, después de que con los parroquianos y peregrinos rezó el Vía Crucis en el Krizevac, uno de los tantos cientos y cientos de Vía Crucis por él rezados, el Vía Crucis se convirtió para él en Vía Lucis, para nosotros, al principio incredulidad y luego un choque. Fr. Slavko falleció apaciblemente en su lugar de trabajo, el Krizevac.

Sí, precisamente, en su lugar de trabajo, en el Krizevac. A menudo hablábamos delante de él que la muerte lo iba a sorprender seguramente en el Monte de las Apariciones (lugar de las apariciones) o en el Krizevac. Si hubiera podido elegir el lugar de su muerte, seguramente hubiera elegido como lecho de muerte el Podbrdo o el Krizevac. Finalmente, el Señor le otorgó un ápice de la justicia terrena que nosotros podemos comprender. Esos dos montes fueron su cuarto de trabajo, su escritorio, todo el interior, su querido lugar de oración, las cimas limpias de los montes. Allí sentía cerca al Señor y a la Virgen, tan vivos, humanos y divinos finalmente.

En cuanto a lo demás, me queda solamente agradecer.

Gracias porque allanaste el camino a la Reina de la Paz quien nos quiere conducir a Su Hijo.

  • Porque fui maestro de oración, de ayuno, a niveles mundiales, pero más que todo, porque tú mismo oraste y ayunaste.
  • Porque fuiste maestro de caridad y de amor al prójimo y en ese sentido no aceptaste algún compromiso.
  • El orden de las cosas en la vida de Fr. Slavko fue claro: Dios y lo de Dios, la Virgen y lo de la Virgen en esta parroquia, el patriotismo croata. Lo personal, cuando hubiera tiempo.
  • Amigo de los huérfanos y viudas de guerra, prisioneros, defensor de los abandonados y perdidos, aquellos de los cuales nosotros a menudo nos apartamos (un grupo de tales personas te trajo hoy ante el altar), médico de aquellos por los cuales los demás y la ciencia han perdido interés. Tú devolvías la esperanza y ofrecías una oportunidad de vida a todos aquellos que ya no la tenían y, mira que insólito, siempre tenías razón. Por ellos nunca tuviste temor de golpear puertas, y éstas se te abrían.
  • En sólo cincuenta años de vida viviste varias vidas plenas.

Querido Fr. Slavko, en tu vida no hubo sólo ascensos, sino que también recibiste golpes. Sé que recibiste golpes estos últimos años, especialmente en el último tiempo. Te golpeó la gente que estaba cerca y lejos de ti. Sé que te dolía y que padecías. A veces te retraías. Sin embargo, aparte de comentarios breves, todo lo dejabas al tiempo y al Juez supremo y justo.

Perdona, porque no pudimos siempre seguirte, y a veces eso no nos pareció bien. Fuiste a menudo más rápido en las ideas y planes. Tú habías recorrido mitad del camino, y recién nosotros nos dábamos cuenta de que se podía. Ibas siempre adelantado.

Nos aflige tanto que te hayas ido de nosotros. Has nacido al Cielo. Sin embargo, gracias porque has respondido al llamado del Señor y de la Virgen. La voluntad del Señor es la última palabra. La aceptamos.

Queridos parroquianos y peregrinos, durante los meses siguientes vendrá la gente y preguntará: “Dónde está Fr. Slavko, está en casa?” Respondan: “Sí, está en casa!” Dale el descanso eterno, oh Señor!

DISCURSO DE P. MATE DRAGICEVIC
EN NOMBRE DE LA PARROQUIA NATAL DE CERIN

La parroquia natal de Cerin también llora a su gran hombre B su gran hijo Fr. Slavko Barbaric, que se fue tan repentinamente de nuestro lado.

He dicho: ¡un gran hombre!

Es grande,

  • porque fue un orante incansable
  • porque fue un anunciador valiente de la Palabra de Dios y de los mensajes de la Virgen.

Si San Francisco Javier en el lejano Oriente como misionarios bautizó más de 40.000 personas, Fr. Slavko mostró a millones de personas el camino hacia Dios,

  • porque fue un benefactor insuperable de los pequeños huérfanos, de los enfermos, adictos, pobres, ancianos e inválidos,
  • porque fue alma franciscana simple y simpática, en su comportamiento y como estilo de vida,
  • porque tal como San Francisco amó a todas las criaturas y la madre Tierra: un ecólogo consciente de nuestro tiempo con el lema: “Más flores, menos basura”,
  • porque fue doctor de teología, pero no en el papel, ni racionalista, sino doctor de la teología del corazón, y ese doctorado lo obtuvo aquí en la escuela de la Virgen. Esa teología del corazón suya la expresó en la palabra escrita y oral, de tal manera que los que lo escuchaban y los lectores no pudieran permanecer indiferentes,
  • porque el triángulo que aquí en Medjugorje la Virgen trazó con lados que unen el Monte de las Apariciones, el Krizevac y la iglesia, él siempre los dibujaba de nuevo y los renovaba con su caminar, la oración y la palabra, y llevó ese triángulo al corazón de la gente. En el Monte de las Apariciones, la Virgen llama al conocimiento de sí: en la devoción del Vía Crucis, en el Krizevac, llama a desprenderse de todo lo que en nosotros es negativo y pecador, y en la iglesia nos lleva a los sacramentos de curación y de renovación espiritual: la Santa Confesión y la Santa Misa. Fr. Slavko fue incansable en el diseño de este triángulo en el corazón de los peregrinos.

Pero los grandes hombres que están arriba no deben bajar, sino que deben seguir ascendiendo. Y así sucedió con nuestro Fr. Slavko. Mientras ascendía al Krizevac rezando el Vía Crucis del Señor, escaló hacia la cima de su Calvario y entonces el Señor lo alzó y se lo llevó.

La parroquia natal de Cerin se despide de este gran hombre con pena, pero también con agradecimiento, decoro y una esperanza cierta.

Querida madre, hermanos y hermanas, familia y amigos del difunto Fr. Slavko.

Todos estamos afligidos, pero nos despedimos agradecidos porque Dios en nuestra parroquia de Cerin encontró a esta familia de la cual surgió este gran hombre. Nos despedimos con decoro del difunto Fr. Slavko, de este gran hombre, pero nos despedimos también con la firme esperanza de que la Virgen, a quien fue fiel, le haya dicho: ¡Bienvenido, hijo mío, al refugio del Padre y la Madre, y gracias por haber respondido a mi llamado!

Querido Fr. Slavko, ¡gracias por todo! ¡Descansa en paz en esta tierra croata de Medjugorje! ¡Descansa en la paz de Dios!

DISCURSO DEL REVERENDO DIETRICH VON STOCKHAUSEN
EN NOMBRE DE LOS SACERDOTES DE TODO EL MUNDO QUE HAN PEREGRINADO A MEDJUGORJE

Estimado y querido Fr. Slavko:

Hoy ante tu féretro, quiero agradecerte en nombre de numerosos sacerdotes de habla alemana y en nombre de los sacerdotes de todo el mundo que han venido de todas partes a Medjugorje, y cuya fe fue profundizada y renovada en este lugar. Deseo agradecerte por los innumerables jóvenes que aquí en Medjugorje experimentaron un llamado espiritual o descubrieron de nuevo la fe en el amor que Dios les tiene. Con una vida correcta, comprometida y ejemplar, a través de la celebración de la liturgia, de conferencias y homilías, de la palabra escrita de tus libros, diste un profundo testimonio de fe en el amor que Dios cultiva hacia la gente y hacia toda criatura. Aquí en Medjugorje no sólo comprendiste el llamado de la Virgen, sino que llegaste a ser un instrumento convincente de ese llamado a la conversión y a la fe. De tal forma, a todos los peregrinos que han venido a este lugar les mostraste cuan es necesaria en este mundo la mano llena de amor de nuestra Madre celestial, a fin de que podamos con mayor facilidad y conciencia ir hacia Dios. En la celebración de la Santa Misa, en muchas confesiones, en la adoración eucarística, en la interpretación de la Sagrada Escritura y en los sacramentos, nos mostraste el camino hacia un encuentro verdadero y auténtico con Dios en este mundo. En innumerables encuentros con los peregrinos, en casi todos los idiomas del mundo, y a través de tus libros que fueron traducidos a muchos idiomas, ayudaste a la gente a desarrollar una profunda y sincera confianza en Dios, y fe de que Dios es un Padre que nos ama inmensamente.

Tu muerte repentina en el Krizevac, entre las estaciones 13 y 14 del Vía Crucis, nos muestra una vez más de manera evidente que el amado Padre Celestial aceptó el sacrificio de tu vida junto con María, quien ofreció al Padre su Hijo muerto en la estación 13. Cada día al amanecer subías uno u otro monte, el Podbrdo o el Krizevac, siempre con el rosario en la mano, y de esa forma empezabas tu trabajo cotidiano. Y en el día de tu funeral, en la festividad de Cristo Rey y del Señor de tu vida, para nosotros en un signo que Cristo, Rey y Señor de tu vida, acepta tu obra de vida, y que María, Reina de la Paz, te introduce al Reino de la Paz de Su Hijo. En el mensaje de ayer, la Madre del Cielo nos ha anunciado que has nacido al Cielo. Naturalmente, con eso has elegido y recibido como regalo la mejor parte de la vida y por eso contigo nos alegramos de todo corazón, porque realmente lo mereciste en la Tierra como un fiel colaborador de la Reina de la Paz. La Virgen en su mensaje nos dice que en ti hemos recibido un nuevo intercesor en el Cielo, y por eso te pedimos que desde el Cielo estés junto a nosotros con la misma energía y compromiso que tuviste en la tierra, aquí en Medjugorje, siempre a disposición de todos. Una vez más te agradecemos por tu amistad, tu amor y tu vida ejemplar. ¡Hasta luego en el Cielo!

DISCURSO DE MAGDALENA PAJIC
EN NOMBRE DE LOS NIÑOS Y EMPLEADOS DE “LA AALDEA DE LA MADRE”

Querido Fr. Slavko,

El viernes, después del Vía Crucis tenías que visitar la Aldea de la Madre. No sé si querías ver a alguno o a todos nosotros. Ahora aquí estamos todos juntos en esta fila de dolor. Incluso la pequeña Maja de Bjelovar, aquí están Boris y Toni, quienes están en silencio con una expresión de incredulidad, y la tía Ruzica reza las Ave Marías del Rosario para ti.

Durante largo tiempo el viernes en la noche nos quedamos preguntando por qué y adónde te habías ido y en vez de una respuesta veíamos a las religiosas confundidas que permanecían en silencio.

Algunos de nosotros no nos damos cuenta de lo que ha sucedido verdaderamente, algunos quizás olvidarán tu aspecto, pero en todos nosotros, dolidos y con un poco de enojo porque ya no estás, en nuestros pechos se anida el deseo de decirte un gracias muy grande.

Gracias, Fr. Slavko, porque tuviste la idea de fundar la Aldea de la Madre, gracias porque no tuviste miedo de aceptarnos a todos nosotros que somos tan diferentes. Gracias porque nos enseñaste a ser valientes en la vida haciendo que fuéramos al Podbrdo a rezar las decenas aun cuando recién aprendíamos a silabearlas.

Gracias, porque vimos que los juguetes tienen colores, porque el dulce de leche es dulce y porque para el balancín son necesarios dos. Gracias, porque para la Primera Comunión pudimos usar vestidos blancos como los demás niños. Gracias porque nos enseñaste cómo hay que amar a la Virgen y rezarle a Dios. Gracias porque a pesar de todo, nosotros descubrimos también el significado de la palabra amor. Y mientras todos los demás cuando nos encontraban nos decían que: el tiempo cura todo, solamente tú, y ahora tu muerte, nos decían que el tiempo es un mero acompañante, mientras que solamente el amor cicatriza y cura todo.

Tal como fue suficiente un momento para que la muerte te arrebatara de nosotros, así necesitamos tan poco para conocer tu amor y sacrificio. Por eso sabemos que cada vez que tiremos basura en donde no corresponda, cada mala calificación nuestra, cada desobediencia a las “tías” será una ofensa a tu amor y sacrificio. Por eso con estas palabras ante tu tumba firmamos un voto de fidelidad a tu palabra, a tu obra.

Y mientras padecemos como humanos, tú como si nos preguntaras: Hijos, ¿dónde está vuestra fe? Y justamente en ella nosotros te vemos en unión con nuestra y tu Madre y nos sentimos más aliviados. Esa es nuestra única esperanza, ya que, porqué no reconocer que con tu partida la Aldea de la Madre, nuestro orfanato se ha convertido el mismo en un gran huérfano.

Y seguramente nos tomaría el miedo si continuáramos esperándote. Es mejor que tú nos esperes, tu seguramente ya te encuentras en el santuario celestial, y mientras vemos como por el sendero, de espaldas e inclinado levemente hacia delante, te vas de la Aldea de la Madre, por primera vez no decimos: Adiós, Fr. Slavko, sino que con el corazón herido, con un alma infantil y pura y con la voz llena de ímpetu decimos: ¡hasta pronto y gracias, nuestro querido, Fr. Slavko!

DISCURSO DE LA ESTUDIANTE GABRIELA CILIC
EN NOMBRE DEL AFONDO DE “AMIGOS DE LOS JÓVENES DOTADOS DE TALENTO”

Querido padre nuestro, Fr. Slavko,

En nombre del Fondo “Amigos de los jóvenes dotados de talento” de Medjugorje y en nombre de todas las diez generaciones a los cuales les conseguiste miles de becas y ayudaste en el crecimiento espiritual B gracias infinitas.

Nos despedimos de ti, forjador de la idea y fundador del Fondo, de nuestro respetado y querido presidente, nuestro Fr. Slavko.

Querido amigo, la realidad de la partida física es dolorosa, pero la fe en los caminos de Cristo por los cuales anduviste, con la Cruz viviste y bajo la Cruz falleciste, es el resumen de todo tu camino terreno, camino de amor, de ofrecimiento al prójimo.

Nombrar todo el bien, las grandes y nobles obras que hiciste por este Fondo y por nosotros, en este momento no es posible, y no estamos conscientes de su alcance.

Estamos convencidos de que en un tiempo venidero se reconocerán la nobleza y el alcance de tus obras, aunque en este momento estamos dispuestos a reconocer que no estamos conscientes de la grandeza de lo que hemos perdido, como también hacer el voto de que seguiremos el camino de la Reina de la Paz que tú nos mostraste.

Los colaboradores del Fondo y nosotros los estudiantes del Fondo ponemos palabras de agradecimiento junto a tu hábito, pidiéndole al Padre celestial que te dé el lugar merecido en la Jerusalén celestial, y que a tu espíritu noble le permita quedarse entre nosotros.

El poeta A.B. Simic dice:

ATú no presagias mi regreso y mi cercanía
en la noche cuando murmura en tu oído el claro de luna...
y cuando a través del crepúsculo ves la sombra negra que se mueve
del otro lado de la oscura agua tranquila
quiero que sepas:
yo camino derecho y solemne
como si estuviera a tu lado.

Permanecerás siempre en nuestros corazones y en nuestras oraciones.

Gracias.

DISCURSO DE BORIS VIDOVIC
EN NOMBRE DE LA COMUNIDAD “CENACULO”

¡Gracias!

A todos nos ha sorprendió la muerte repentina de Fr. Slavko Barbaric en el monte Krizevac de Medjugorje después del rezo del Vía Crucis. Una muerte tal, parecida a la de Jesús, nos deja el consuelo y la esperanza de que el Señor eligió el tiempo justo.

Gracias, Fr. Slavko, por todo lo que hiciste por todos los necesitados, los pobres, por todos los estudiantes, por todas las familias y por muchos, muchos otros.

Gracias porque protegiste la vida, irradiaste paz y amor, porque tuviste siempre tiempo para conversar. Gracias por tu oración, tan concreta y tan poderosa y perseverante, por todas tus largas vigilias y adoraciones de rodillas, gracias por tu ejemplaridad.

Pero, más que todo, gracias por tu testimonio cotidiano e incansable de los mensajes de la Virgen en estos dieciocho años de tu permanencia en Medjugorje.

Sabemos que ahora tenemos un gran patrono e intercesor en el Cielo.

DISCURSO DE JURE DZIDA
ALCALDE DE CITLUK

Condolidos amigos, querido Fr. Slavko,

Con el corazón afligido, con el alma condolida y conmovida en nombre del municipio de Citluk, en el cual nuestro difunto nació, gran parte de su vida transcurrió, agotándose y consumiéndose hasta el final y que ahora descansa en la paz eterna, me despido y expreso mi gran agradecimiento y elogio.

Desde que el cielo en Bijakovici y en Medjugorje se abrió, y la Virgen habló, Fr. Slavko, hijo de San Francisco, amante de su tierra y del pueblo croata como “mensajero del gran Rey” llamó al mundo a acercarse a Dios, diciendo que existe una región llamada Herzegovina sobre la cual el Cielo se abrió y habló, que en ella vive un pueblo de Dios, el pueblo croata, pueblo de fe, cultura, aflicción y esperanza.

¿Cuántos nos conocieron a través de él?
¿Cuánto nos ayudaron gracias a él?
¿Quién podría cuantificar esto?
El jueves, en la Aldea de la Madre, hablamos con benefactores acerca del proyecto de una casa de ancianos.
Fr. Slavko, ¡amaste Medjugorje! ¡Fuiste un enamorado del Krizevac!
En el Krizevac diste tu último suspiro y entregaste tu alma.
En Medjugorje encontraste la paz y el descanso eterno.
Fr. Slavko: ¡Gracias por cada una de tus palabras!
¡Gracias por cada consejo!
¡Gracia por cada estímulo!
¡Gracias por cada ayuda recibida por tu mérito!
¡Gracias por cada obra buena tuya!
¡Gracias porque diste a conocer al mundo tu tierra y tu pueblo!
Fr. Slavko, no te olvides en el Cielo de las necesidades y las angustias de tu tierra y de tu pueblo.

Descansa en la paz del gran, diligente e incansable trabajador y del hombre justo que fuiste.

DISCURSO EN EL CEMENTERIO DE JAKOV COLO
EN NOMBRE DE LOS VIDENTES

¡Querido hermano nuestro Fr. Slavko! ¿Cómo no recordar todo esos años que transcurrimos juntos: cada conversación nuestra, cada oración nuestra comunitaria y todo lo que pasamos juntos? ¿Cómo no recordar cada sacrificio tuyo y cada lucha tuya por nosotros? ¿Cómo no recordar tu bondad y tu amor hacia nosotros? A menudo nos decías: "¡¿Saben ustedes que los quiero?!" Sentimos tu amor tantas veces y de tantas maneras. Recordamos tantas palabras tuyas. A menudo nos preguntabas después de las apariciones: “Cómo se siente la Virgen?” Tú hermano estás ahora con Ella, tú que consagraste tu vida a Ella, tú que hiciste todo para que todos conocieran Su amor y Su bondad, amor y bondad que se encontraban justamente en ti, y eso lo pudo experimentar toda persona que te conoció. Te agradecemos, querido hermano, por tu apoyo hacia nosotros que tantas veces necesitamos, y que nos lo diste en cada momento. Te agradecemos por cada uno de tus consejos que nos diste cuando más los necesitamos. Gracias porque nos guiaste por nuestra vida espiritual y porque nos ayudaste a través de la oración en nuestra vida privada. Gracias por cada una de tus visitas a nuestros hogares que trajeron tantas bendiciones y alegría a nuestras familias. Gracias por cada una de las veces que jugaste con nuestros hijos, los cuales supieron reconocer al amigo verdadero y auténtico. Hoy, querido hermano, lloramos, pero al mismo tiempo nos alegramos porque tú estás con aquella que amaste inmensamente y por quien diste tu vida, la Virgen. Tu obra, bondad y amor vivirán siempre en nosotros, y tu querido hermano ora siempre por nosotros y cuídanos siempre. Ahora hermano, te decimos lo que nos decías siempre: ¿Sabes hermano, cúanto te queremos?

Tuyos: Jakov, Ivan, Mirjana, Ivanka, Vicka i Marija.

DISCURSO DE DESPEDIDA DEL PARROCO DE MEDJUGORJE
DR. FR. IVAN SESAR EN EL CEMENTERIO

¡Queridos hermanos y hermanos! ¡Querido Fr. Slavko! Ninguno de nosotros que te conocíamos mejor o que vivíamos contigo no necesitábamos preguntar en qué lugar te hallabas el domingo en la tarde, todos sabíamos muy bien que ese tiempo lo tenías reservado estrictamente para el rezo del Rosario en el Podbrdo. Ni la lluvia, ni el sol, ni el viento, ni la tempestad, ni cualquier otra cosa podía apartarte de esa intención. Hoy, en el Podbrdo hay un gran vacío y reina la tristeza esperando a su invitado más querido y asiduo. ¡Pero tú ya no estás! No estás porque al Amo de la vida y de la muerte consideró que precisamente el viernes, cuando por enésima vez habías subido el escarpado Krizevac, meditando sobre la Pasión y muerte de tu Maestro y Salvador, Jesucristo, al pie de la Cruz, entregases tu alma a Dios. ¡Qué simbolismo! Amaste la Cruz, la cargaste incansablemente, la adoraste regularmente, a sus pies en el Krizevac, y allí falleciste.

Fr. Slavko nació en un entretiempo, cuando la primavera reemplaza el invierno, el 11 de marzo de 1946, en Dragicina, parroquia de Cerin: su padre se llamó Marko y su madre se llama Lucía, apellido de soltera Stojic. Terminó la escuela primaria en 1961 en Cerin. Cursó el liceo clásico en Dubrovnik del 1961 al 1965, lugar en que obtuvo su bachillerato. Se puso por primera vez el hábito franciscano en Humac, el 14 de julio de 1965. Estudió Teología en Visoko, Sarajevo, Graz y Freiburg. Profesó sus votos solemnes el 17 de septiembre de 1971 en La Verna, lugar en que nuestro padre San Francisco recibió los estigmas. Fue ordenado sacerdote el 19 de diciembre de 1971 en Reutte (Austria). Después de 5 años de servicio pastoral en Capljina continuó sus estudios en Freiburg donde en 1982 obtuvo un doctorado en el campo de la pedagogía religiosa y el título de psicoterapeuta. De 1982 a septiembre de 1984 trabajó en Mostar como catequista de estudiantes.

Gracias a su conocimiento de las lenguas principales de Europa y su amor infinito hacia la Madre de Dios, y aparte de las obligaciones en las parroquias en las cuales él trabajó, Fr. Slavko consagró cada momento libre al trabajo con los peregrinos en Medjugorje. Fue trasladado oficialmente a Medjugorje en septiembre de 1983, lugar en el que permaneció hasta 1985. A partir de 1985 hasta septiembre de 1988 cumplió la función de vicario oficial de la parroquia de Blagaj, y el tiempo libre lo dedicó en Medjugorje trabajando incansablemente con los numerosos peregrinos que visitaban este lugar. De 1988 a 1991 fue maestro auxiliar de los novicios en Humac, donde también cumplió la función de vicario oficial de la parroquia.

Al inicio de la guerra en Bosnia-Herzegovina, cuando la mayoría de los frailes más ancianos se fueron como refugiados a Tucepi, se presentó el problema de los confesores en Medjugorje. Por autorización oral de Fr. Drago Tolj, provincial de ese entonces, Fr. Slavko se trasladó a Medjugorje y permaneció hasta su muerte, la cual acaeció el viernes a la 15,30 y que produjo sorpresa y conmoción.

Alguien escribió que no es importante cuánto se vive sino cómo se vive. Si esa es en verdad la medida de la vida entonces se puede decir con seguridad que Fr. Slavko vivió al menos tres vidas. Fue un trabajador incansable sin horario ni lugar de trabajo fijos: en un momento lo podías ver como hablaba a los peregrinos, al siguiente como consolaba a los afligidos que cada día lo buscaban, después como corría a la Aldea de la Madre, institución que él fundó y que le dio mucha alegría, institución que se ocupa de más de 60 personas, principalmente huérfanos de guerra y niños de familias separadas.

Nombrar todo lo que nuestro querido Fr. Slavko hizo es difícil puesto que para eso necesitaríamos mucho, mucho tiempo. Eso lo testimonian de la mejor forma los cientos de telegramas de condolencias que solamente estos días hemos recibido de todo el mundo. En pocas palabras, él fue niño en un niño, mártir en un mártir, intelectual en un intelectual. Fue madre de los perdidos y de los abandonados. Fue dependiente de aquellos que ayudaba. Al menos debemos mencionar lo que es conocido por todos, el hecho de que esperaba la salida del sol regularmente en el Krizevac y en el Podbrdo, y los cambios de día de pie. Nadie lo vio nunca frente a un ordenador escribiendo, y a pesar de eso, él fue uno de los escritores más fecundos de libros de contenido espiritual. Sus libros fueron traducidos en veinte idiomas e impresos en más de 20 millones de ejemplares en todo el mundo.

Muchos decían que era un hombre extraordinario y realmente así lo fue. Precisamente por eso su partida se hace más dolorosa ya que los milagros no ocurren todos los días ni estos grandes hombres nacen a menudo.

¡Mi querido Fr. Slavko! Nunca pensé que nos íbamos a despedir tan pronto, ni en sueños pensé que yo te iba a leer este curriculum vitae, aunque dicen que las perlas no tienen curriculum vite, sino curriculum gloriae; viven permanentemente ya que no fueron halladas sino donadas, pero al Amo de la vida y la muerte le fue oportuno llamarte ahora y nosotros aceptamos Su voluntad. Dejas detrás de ti grandes proyectos que será difícil realizar sin ti, pero aquí ante tu tumba abierta en la cual tú descansas en paz, te prometo que al menos procuraremos continuar lo que tú has empezado, porque sé que es tu más grande deseo.

Descansa en la paz de Dios y que el Dios bueno y misericordioso premie cada obra buena tuya. Amén.