Carta pastoral de Pascua, Mons. Henryk Hoser, visitador apostólico

Fecha: 11.04.2020.

¡Queridos sacerdotes, religiosos y religiosas!

¡Queridos peregrinos y feligreses de la parroquia de Medjugorje,hermanos y hermanas!

La vida social parece haberse detenido en casi todo el mundo. Estamos viviendo un momento doloroso e irreal en el que, con muchos cambios en los hábitos de vida, hemos tenido que renunciar a la vida normal de encontrarnos y pasar tiempo juntos y,con ello,a las celebraciones litúrgicas también. Ciertamente, lo más doloroso es el "ayuno eucarístico", un sacrificio que se nos pide solo por amor a los demás.

La imagen de Medjugorje de hoy también se ajusta, más o menos, a esa escena, inmerso en una paz y en un silencio impactante, con los caminos que solían frecuentar los peregrinos completamente desolados, con las casas de acogida vacías y con la iglesia cerrada.

Esta es una oportunidad para que vivamos y experimentemos más fuerte y profundamente la Semana Santa, el misterio dela pasión, la muerte y la resurrección de Cristo. Para que en nuestras angustias y en las de los demás veamos,bajo la nueva luz, el rostro de Cristo: inocente,acusado y condenado a muerte, golpeado, torturado, escupido y despojado de toda dignidad humana.

¿Qué sintió el Señor? Por supuesto, sufrimiento físico sin fin, aunque aún mayor fue el sufrimiento de Su alma. En elHuerto de los Olivos - Getsemaní -sudaba sangre al contemplar los pecados del mundo y su propia muerte en la cruz que le esperaba.

De manera especial,le dolió el abandono. Todos le abandonaron, todos huyeron. Experimentó una terrible sensación de soledad. Abandonado por los hombres, también se sintió abandonado por el Padre Celestial. Por eso, exclamó en la cruz: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?". A lo largo de todo ese horror, Jesús era consciente de su misión como siervo. Solo pensaba en los demás: en los apóstoles, las mujeres que lloraban, los ladrones con Él crucificados, en el mundo entero ¡Recordemos las últimas palabras de Jesús desde la cruz!

Hoy, también, el mundo está viviendo su pasión: innumerables fallecidos, abandonados, muchos queviven en soledad, sin recursos económicos, otros muchos desvalidos. ¡Seamos, por tanto, también nosotros, siervos! Ayudémonos los unos a los otros. Ayudemos a los ancianos, a los pobres, a los que viven sin ayuda, a las familias con niños, especialmente a los padres queperdieron a su cónyuge. Podemos atenuar la soledad y el aislamiento, no solo en nuestra familia, sino también con nuestros vecinos y prójimos.

Después de la muerte y el silencio, llega la Resurrección. Después dela tribulación por la pandemia, habrá un regreso a la vida normal, pero de una forma diferente: será tiempo de acción de gracias por la vida, por cada respiro, por el retorno a la vida de las iglesias abiertas y de una vida sacramental aún más intensa.

Queridos hermanos y hermanas:

Podemos enfrentarnos a esta tribulación con un arma poderosa: con la oración fervorosa y constante. En la iglesia de Medjugorje, que temporalmente se ha hundido en el silencio hacia el exterior, la oración no ha cesado. En oración y en comunión con los sacerdotes de Medjugorje, religiosos y religiosas, junto con diferentes congregaciones y con los feligreses, vosotros tambiénpodéis estar unidos cada díaa través de los medios de comunicación y así hacer de vuestra casa una “pequeña iglesia”.

Os aseguro mi bendición y mi oración diaria por vuestras intenciones. Y os confío a todos a la protección de Cristo Resucitado y de María, la Reina de la Paz.

 

+ Henryk Hoser sac

Visitador Apostólico